Educación para la Ciudadanía se convierte en una asignatura obligatoria y evaluable, presente desde el último ciclo de primaria y durante toda secundaria. De esta manera, el sistema educativo adquiere la responsabilidad de procurar una sociedad donde se trabaje la reflexión y el debate, el consumo responsable y el papel de la familia dentro del marco constitucional español en una visión alternativa a la tradicional. En síntesis, se pretende la canalización a través de la educación de la enseñanza y difusión de los valores constitucionales, así como de la propia Constitución Española.
No obstante, dicha medida no ha quedado exenta de polémica, dando lugar a fuente de debate a nivel político, filosófico, pedagógico y religioso. A nivel político las bases conservadoras han mostrado su oposición al "adoctrinamiento moral" que supondría esta medida, que según esta posición impide el desarrollo de la persona como un ser autónomo y libre. En gran medida esta cuestión lleva a replantearse el aspecto mas filosófico de la educación, existiendo una zona de penumbra con respecto a quien ha de ser el exclusivo responsable de la inculcación de ciertos valores, esto es, qué valores pueden ser inculcados fuera del ámbito familiar.
Por otro lado, la Iglesia Católica, contraria a la vía alternativa que propone la medida, especialmente en cuanto a la nueva concepción de familia multiparental y homosexual, ha mostrado su rechazo, solicitando una "objeción de conciencia" por parte de la Conferencia episcopal. Una posibilidad rechazada por los tribunales de justicia, pero recurrida por numerosas familias. Dese una perspectiva pedagógica, se plantea un debate sobre la incorporación de estos valores al sistema educativo. La cuestión en este último aspecto reside en la estructuración de la materia; si se quiere seguir el modelo como asignatura separada o si bien ha de ser integrada en otras asignaturas propias de la rama de Ciencias Sociales, como una materia transversal.
En conclusión, y si bien el valor intrínseco de la educación consiste en equipar a los alumnos con los conocimientos básicos que necesitaran para vivir en sociedad, el sistema educativo no ha de agotar todas sus posibilidades, sino que ha de fomentar otras destrezas que permitan la formación de una sociedad tolerante y justa, contribuyendo al máximo desarrollo de la autonomía personal. Es este precisamente el límite del cual no ha de excederse la Educación para la Ciudadanía.

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