En un centro educativo convive un grupo muy heterogéneo de miembros de distintas clases sociales, creencias religiosas, motivaciones, así como diferentes salarios y diferentes modos culturales de entender la práctica profesional. Abordar la tarea educativa con los nuevos principios de comprensividad, atención a la diversidad, formación en nuevas tecnologías, etc. se hace cada vez más difícil sin una formación adecuada, sin la colaboración de la comunidad educativa y sin la ayuda por parte de la administración.
El empeoramiento de las condiciones de trabajo (falta de profesorado, aumento de los ratios, múltiples reformas...) y el aumento de las exigencias por parte del Estado, se traduce en una mayor desmotivación por parte del equipo docente. Implicar al profesorado como parte activa de la educación desde un punto de vista de trabajo colaborativo se convierte en una labor más complicada cuando cada vez es mayor el número de interinos que no tienen asegurada la plaza en el centro y no siente un fuerte vínculo con él.
Si bien, todavía encontramos a muchos profesores que se esfuerzan a diario por mejorar la realidad educativa y, como interesados en la educación, debemos unir nuestros esfuerzos para mejorar el marco general evitando la desilusión.
Citando a un célebre autor:
"De nada sirven las ideas si no hay personas que las pongan en práctica"
